3 de noviembre de 2012
Nada de lo humano la interesa
fuera de tu cuerpo en mi mirada.
Nada mundano ya te es propio, Teresa,
fuera de tu alma en mi memoria, bien amada.
Versos largos, tan largos como suspiros murmurados
con rimas incluidas en retóricas figuras
abstraídas en las formas de breves cinturas
vanse ligando uno al otro,
haciendo acaso pausas entre ocasos.
En ese vientre tuyo
altar de sacrificio
hubo dejado indicio
la razón por que de ti no huyo.
Si en quevedos me reflejo
en sonetos te leo al punto
con afán de ser ya yo difunto
y no seguir viviendo así, perplejo.
Ay, de mí, la soledad juega
a romper cabezas entre letras,
mientras tanto con la métrica me ruega
rompa toda. ¡Afrente! Me penetras.
El verde mirar de esotra musa me doblega.
Entre sus piernas, con sus labios, mi morir tú, Vida perpetras.
Y si muerto en ti he de vivir, ¡sea!
Cúmplase aquello de que el Tiempo es buen amigo.
Tómeme solícita entre sus ardientes brazos.
Colócame pues, mujer, al cobijo de tus huesos.
Incinéreme pronta y por completo
ella por la acción del fuego de sus besos.
Hazme brizna de ceniza, Catrina;
sello en su discurso y su alfabeto,
recuerdo que recuerde cuerda aquella al abrigo
del silencio de la ahora sempiterna.
Transfórmeme en su amor, materna,
por ahora y en la hora y la que venga,
en su mañana de su pecho libe yo
y ya no pazca en los de otras sus regazos
así, tal así como sueño hacer contigo
niña, musa, divina,
veinteañera o treintañera
ya joven o madura de serenidad señera,
con caricia de tierno
toque, tan tierno
como sólo puede dar este hombre de respeto
ávido por regar tu espacio yermo
con el blanco afán de mi crepuscular entrega.
0 comments:
Publicar un comentario