27 de septiembre de 2015
— 1 —
envuelve tu rostro de luna,
refulge el sol en tu mirada moruna
y un rojo sangre es silencio en verso
plasmado cual beso en tu boca.
Esto debía ser un simple soneto,
estar escrito de la forma clásica;
es decir con la estructura básica,
comenzando con un cuarteto;
pero tu belleza es reto y tracé novedosas liras.
Una nueva manera hago ahora
por virtud de tus lunares ay montañas,
cubiertas de rojo y a las que mis manos
acariciantes con la rima enredada arrojo.
Siendo yo la tierra que te adora
en mi poesía te eclipsas y no me extrañas
cuando ay mi amor por ti es de humanos
y no necia insistencia resultante del dolor.
En el cielo de mis ojos eres mi luna,
mi Reina Roja de antigua promesa.
Llegará el día cuando te tenga a la mesa
convidándome el tinto vino de tus labios
mientras yo entinto tu piel con mis letras sin fortuna.
— 2 —
Este deseo por ti me va eclipsando,
me enardece y lleva a elevarme sobre ti.
cual roja luna creciente,
ascendiendo hasta el cenit de tu sonrisa
donde he de adentrarme en la negrura
para confundirme con las ansias
de tu vibrante cintura.
Luego del ardor llenaré de blanco
tus noches con mi vía láctea.
Será almacén de mis estrellas
tu vientre que ay es mi silo.
Pero ahora, en esta letra y este instante,
me deshago en rojas caricias,
roja sombra vertida sobre tus montañas
rojo amar en el delta de tu desbordado Nilo.
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