7 de enero de 2016
Más que hacer de mí verbo,
haz con esa tu sonrisa que amo
la vertiente justa donde el beso
halle el conducto que sacie mi anhelo.
Es tu haz, con su divino gesto,
motivo, luna, razón de mis alocadas rimas.
Mi poesía la capturo siempre en el fluir
del haz de tu presencia divina;
y, rompiendo atrevido toda norma,
no nada más te sueño en mi vida, mía,
sino enfilo a mucho más que tu figura
el disciplinado haz de mis denuedos.
Bien sabes que, sin ser yo un as de nada,
perdido entre estas líneas que te adoran,
ya quisiera yo ser como el haz que se extravía
justo entre esos voluptuosos recovecos
y se atreve a ser caricia abrasadora
durante el tiempo que rodea tu seno.
Ya quisieran ser mis dedos trigo brillante
para, unidos en puntual ademán,
hacerse haz que te provoque amante.
Haz, musa, conmigo lo que quieras.
Pues en el uso del concepto me consumo.
Con solo verte, imaginarte, pensarte
¡arde el haz de este cuerpo edificado!;
y no hallo ya manera de volverme para ti algo más
que simple connotación de una palabra,
rocío que humedezca tu verde haz
de sensual rosa que mi lengua labra.
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