7 de marzo de 2016
Saber…
Es ese verbo con sabor a nada y a todo.
Es ese verbo que sabe lo que endulza tus pensamientos.
Saber…
Es saborear en la definición impresa en tus labios.
Es que yo sepa por tus silencios tus remordimientos.
Saber…
Es que yo te sepa a viento entre las piernas.
Es que tú me sepas anclado en tus carnes tiernas.
Saber cuándo romper la norma.
Saber el sabor de la rima que carcoma
cuando pasando del terceto
se amplía el poema en las líneas de tu cuerpo
dejando sobre tu piel el blanco sabor
de mi cálida y fértil sapiencia.
Te llevo veinte años, lo sabes.
Y aun así y por eso mi candor
de ninguna manera rancio te sabe,
pues siendo añejo mi ardor
lo que escancia tu boca
es sapiente, maduro amor.
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