25 de marzo de 2017
¿Ves esta pluma?
Parece diminuta,
oruga
de carácter encogido,
pusilánime,
envejecida, olvidada
tortuga que acaso perezosa
abre un ojo o hace rara mueca,
letárgica, acurrucada
en el cálido rincón
que gusta visitar el deseo.
Pero, basta una sabia,
una dulce,
una tierna,
una decidida
caricia
y entonces se yergue oronda
y levanta la cabeza
y cual mariposa recién salida de la pupa
respira y palpita y se alarga y se ensancha,
se endurece, aletea, se hace sinónimo,
verbo conjugado en modo de ansia.
Es tu turno, Sherezada;
turno de que yo, con esta pluma en alborada,
escriba sobre tu cuerpo un cuento
donde seas mi princesa
y yo el sultán que a la luna te arrebata.
Así, tómala entre tus dedos,
frótala como si mágica lámpara,
con la ambiciosa fruición de Aladino
y verás que, en dándole tiempo,
verterá en tus labios y tus manos
tanta tinta que colmará tus deseos.
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