CALAVERITAS EN ARMONÍA




Es claro que en el Día del Poeta
más de un bardo cedió a la hora,
justo cuando el espanto adora
llamar a la Muerte a su puerta.

En medio de la noche un tintero
dejó de sangrar su herida.
La Parca andaba entelerida
y al frío lo cargó sin pero,

dejando entrever su sonrisa
macabra y burlona al punto
y a la coma y al difunto
que la tinta que traza aprisa

en virtualidad de la Internet
más pronto que tarde seca
la vieja Catrina azteca
con azufroso aliento, ¡oiga usted!

Por ahí en su Segunda Vida
vagabundo nacido en Mayo
busca lote pa'inhumar payo
al Beggar hizo despedida.

Quizá el autor de estos versos
se conduela de su soledad
y ruegue a la santa Trinidad
paz al sepulcro, amor y besos.

Al fin, con sus blogs y sus sedes
De la Vega a la flaca guiña
un ojo y aguarda a la niña
seguro de traerla a sus redes.

Mas he aquí que la huesuda
sabia y gran experta en engaños
al poeta le ordena "¡Fenece!"
y, rompiendo de plano rimas,
con su guadaña al poema agosta,
con sus restos hace composta
y, agradecidos, los gusanos
piden en este Día del Poeta,
a ti dientona que sublimas,
"¡Vuélvenos verbo, oh, pelona!"

Así, más de uno yace hoy
en este campo bien florido.
Allí Melero, junto Fresas,
allende Mary, la Mórelli,
y Miguel y yo... y tú estás.
La Parra envuelve a Rosemarie
en cuyo catafalco se lee
un raro acróstico peruano.

Por el camino del fin yo voy
y arrastrando mi ataúd pido
pizca del amor que profesas,
unas gotas de onfacómeli,
tantita de la armonía que das,
algo de tu fruto de la vid
en vez de la oscuridad que ve
el vivo y presumible hermano.

Calaverita virtual es, sí,
esta telaraña de versos.
Respetuosa tumba de huesos
donde mi verde poesía así.

Asgo entonces esta palabra
y en epitafio la convierto,
en la voz de este vivo muerto
que con pluma y talento labra

un espacio para el buen humor,
un reducto para el buen amor,
catacumba para el mal tumor,
tierra fértil para el ciclamor.

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