(A mi madre, 13/03/09. Leído públicamente durante la misa del primer aniversario de su deceso.)
Tus manos ahora son de otra sustancia
no son tersas
no son tibias
no acarician ni consuelan.
Tampoco son las frías señas
que sostuve por instantes
repetidas veces
entre el último momento
y el final ardiente.
Tus manos son ahora de otra sustancia
me devuelven la poesía
y la reclaman para sí completa
sostienen al soneto
y liberan al verso
hacen justicia obligándome
amorosas
a romper mi mórbido silencio.
Ahora de otra sustancia son
tus manos, tu cabello y tu sonrisa
ancladas no en la carne
ni en la fortuna.
Etéreas ya me envuelven
con distintas caricias
si son tersas, se deslizan;
siendo tibias me confortan
y en las frías noches
de la nostalgia abrupta
cubren mis ojos
como yo cerré los tuyos
o al menos como intenté,
pues el necio insomnio
del instinto en tu cuerpo
insistía en no perderme de vista;
así también me sucede
al resistirme a que el tiempo
vaya borrando inmisericorde
tu precioso recuerdo.
De otra sustancia tus manos son
ahora que no puedo estrecharlas
cuando no me abrazan
más que en sueños
cuando no cocinan
nuestras tertulias vespertinas.
Tus manos se me han hecho polvo
como toda tú y así, cenizas,
han enterrado mi afán
en el diminuto jardín japonés
de tu mausoleo personal,
ese que mis manos,
de otra sustancia más mundana,
en tu homenaje construir planean
cual distintivo único nicho
de instalación in memoriam.
0 comments:
Publicar un comentario