- No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo.
- Estoy convencido de que en un principio Dios hizo un mundo distinto para cada hombre, y que es en ese mundo, que está dentro de nosotros mismos, donde deberíamos intentar vivir.
- No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo.
- Cuando la gente está de acuerdo conmigo siempre siento que debo estar equivocado.
- Un capricho se diferencia de una gran pasión en que el capricho dura toda la vida.
- Más veces descubrimos nuestra sabiduría con nuestros disparates que con nuestra ilustración.
Oscar Wilde
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- Yo definiría la poesía de las palabras como la creación rítmica de la belleza. Su único árbitro es el gusto. Con el intelecto o con la conciencia sólo tiene relaciones colaterales. A no ser incidentalmente, no tiene nada que ver ni con el deber ni con la verdad.
Edgar Alan Poe
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- Un poeta es un ruiseñor que se posa en la oscuridad y canta para alegrar su propia soledad con dulces sonidos
Shelley.
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- Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando.
- Raindranath Tagore
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Pongo a la venta
esta casa;
sí, esta que ven tus ojos,
de apariencia desganada,
de ventanales corroídos,
con su tocón de jacaranda,
su jardín feliz,
su kiosko de ideales arraigados;
esta de espacios tan amplios
como mis sueños y esperanzas;
este que otrora fuera hogar,
conejera de criaturas
por Saturno consumidas.
Pongo a la venta esta construcción,
con sus paredes cuarteadas
como sonetos sometidos
a la presión de la necia,
obtusa incomprensión.
Saco a remate estas buganvilias,
versificadas proyecciones de los orígenes
de una poesía entre ramas anidada,
vuelo sutil, maravilla de colibríes,
alegato de gorriones que cuentan al viento
las del cenzontle sus soledades.
Llevo al mercado estos pisos,
empolvados como rima detenida,
este cucú con su tic tac versificado,
esta nocturna oscuridad que da pie
a las locuras a que induce la luna.
¿Tú la quieres! ¡Tómala!
Te la regalo.
El pago es innecesario,
este techo de estrofas
ya me ahoga;
este baúl de ausencias,
no deja de estrujar
mi corazón
diariamente
la soledad me lleva a ti
y de ti me devuelve
indiferente.
Rodea mi cuello,
M, te lo pido;
que sean tu piel, tu amor
mi vellocino,
sutil estola adorada
que acaricie mi garganta,
envuelva mi espalda
y, con su divino don,
haga sanar por siempre esta,
la mía alma que es tu alma.
Mírame, M,
ante el dragón
de tus temores y los míos,
míreme tu verde mirada
con pluma en mano vencer
por gracia de tu hechizo
a la bestia del vano olvido,
ganar para la eternidad tus sentidos.
Haz de mi, M,
cuerpo
el haya,
donde cuelgues
tu ternura.
Haz, M, de mis silencios,
la semilla de los besos
de mañana.
¡Vendo!
¡Oferto!
Esta ganga de renglones,
pues a unos han ofendido
por mamones,
mientras a otros, por cabrones,
derivaron a terreno yerto.
Los papeles están en regla,
aunque en la forma no lo parezcan.
El impuesto sensual está al corriente,
lo mismo que otros
servicios elementales.
¡Compre rápido que se acaba!
Lea pronto la cabal carta
compromiso por la cual,
M, he puesto a tus finas gestiones
el futuro de mi letra muerta,
pues mañana no estaré ya cerca.
¡Decida ya!,
de mi conciencia,
M, el derrotero. Estudie
con detenimiento
este contrato que no obliga, sin embargo,
a apropiarse de una
hacienda como esta
con sus frutos y parcelas
de metáforas sembradas,
maduras unas,
otras fallidas;
por estar plagadas
de ciegos devaneos de poeta
encerrado entre los pétalos
de una Rosa encendida.
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