lo apuntó el poeta otrora,
mas no siendo yo Góngora
es mi modo el ahora
y trazo nueva letrilla
más del gusto cortesano,
esperando maravilla.
Que es mi modo encimoso,
dicen, y que yo te acoso.
Vayan a tender arañas
las trampas de su discurso,
lenguas pongan a concurso
si valen sus artimañas;
pues no es con palos y cañas
que hará verdad el chismoso,
dicen, y que yo te acoso.
Puesto en bandeja he quedado
solaz del pusilánime
quien ya me cree exánime
y de la ironía bocado.
Me doy pues por enterado
que me toman por hastioso,
dicen, y que yo te acoso.
Es cosa cierta en poesía
que no todo escrito está,
y si mi amor al viento va,
hace de tu voz la mía,
texto para hacerte vía
de un decir meticuloso,
dicen, y que yo te acoso.
Tan barroco y me conformo
con una nada y con un no.
Miro en tus ojos este yo
y en un otro me transformo.
El sentir lo uniformo
y en haciendo voy deseoso,
dicen, y que yo te acoso.
Aguardo y no desespero
pues nada es imposible,
nuestro destino es creíble
en algún hoy venidero.
Siendo para ti soltero
me tomas por alevoso,
dicen, y que yo te acoso.
A fuerza ni los zapatos,
eso es claro y lo comprendo.
Palabras es lo que ofrendo;
mas no faltan pelagatos,
metiches y mojigatos
que hacen sucio lo amoroso,
dicen, y que yo te acoso.
Eros me ha dictado su afán,
tu efigie nubla mi vista.
¡Cómo no perder la pista
con tal tentación para Adán!
Eres tal sueño mi mar tan
arrobador, glamoroso,
dicen, y que yo te acoso.
Lo que dicen viene guango
y no por tal desanimo;
ya mi verso es lo que esgrimo
aunque lo tomen por tango.
Yo sonriente me arremango
el mote de lujurioso,
dicen, y que yo te acoso.
Tu indiferencia es mi paga
eso cualquiera lo sabe.
No es necedad que deprave
cualquier poema que yo haga.
Mis líneas trazan la saga
de un empeño escandaloso,
dicen, y que yo te acoso.
Con esa maledicencia
me divierto en la letrilla
y tirándola a letrina
de esta rima toda ciencia,
rompo forma y en mirilla
pongo ya al que me encasilla
de vulgar y de cuitoso,
dicen, y que yo te acoso.
En fin, de tanto quererte
la distancia se interpuso,
pequé de neófito e iluso
y así hube de perderte.
Aun sin poder tenerte
me hago foco del celoso,
dicen, y que yo te acoso.
Cuando veas mis palabras
no las pinces con desgano,
mira que no van en vano
plenas del amor que labras
por más desprecio que tu abras
a este poeta fogoso,
dicen, y que yo te acoso.
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