5 de junio de 2011
Es ese camino
que se abre paso
através de ti
lo que se adivina
bajo la textura
de tu segunda piel,
caricia de ficción
que hiende
cual coqueto guiño
la boca del deseo,
exponiendo
los labios
de sensual fruición.
Si te conozco o cuánto
poco importa;
aún así, me dicen,
sólo soñarte
me hace delincuente,
que grabar en mi memoria
tu sonrisa ilustrada,
la fotografía del instante
con que posas bajo el sol,
ya me ubica entre los perversos
cuya imaginación al vuelo, persistente,
es lo único capaz de penetrar tu alma.
Si mi mirada sin lascivia
ya en tu interior
germina el ansia de saber
lo que significa nunca,
no culpes, vida mía,
al tacto de mi vista,
pues es el único capaz,
mientras tú no quieras,
de alcanzar lo que tu piel,
cual voz callada,
proyecta en mi oído
con seductora lengua
en la forma de esta
palabra tenue y nunca rapaz.
Que es delito difundir
tu imagen, desconocida,
dicen, por atentar al derecho mas,
¿dónde queda el mío de aprehender
por lo menos con sensibilidad de esteta
lo que la ocasión ofrece de hecho
en semejante galería sin fin
como es la interminable red?
Y si además el sentimiento
más prístino aunque secreto
deriva y reta
a honesta admiración,
en tal suerte de amor,
a tu sensual provocación he de ceder
y, en haciéndome tuyo sin tú saberlo,
así te haces mía, sin suponerlo,
en la ominosa evidencia
de que nos poseeremos jamás.
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