Ayer, en el banco, una dama de alrededor de mi edad, cumplió como muchas (@Elizabeth Aguirre, por ej.) con mis expectativas, o mejor dicho, del Sr. Hyde detrás de este poético Dr. Jeckyll, despertando la pluma. Ipso facto me di a la tarea de trazar líneas y he aquí lo que me atreví a regalarle, por supuesto con mis datos al anverso (por si las moscas). Tomó el papel de buen grado, llevaba algo de prisa. No la entretuve. C'est finni. ¿Qué sigue?
P.D. Ella, creo, durante su estancia en la fila del banco dio varios vistazos ¿a mi persona?
¿Qué haría usted, señora guapa?
28 de marzo de 2012
La vida se ha cebado
en mi constancia,
haciendo de los instantes
motivos ilusos encuentros
ya en la calle
ya en la banca
donde menos espero
la belleza me halla
y yo la admiro
y en palabras convertido
a sus plantas me prodigo
ah, si una, una sola
mirada de tus verdes ojos
dijera cual si beso
las gracias por el verso
por ti así reconocido
de por vida quedaría, te digo,
ansioso de tener ante mí
tu augusta y sin igual prestancia
por haberte, audaz, intimidado.
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