8 de agosto de 2012
Dices, como tantos otros han pensado:
"por cada persona que te daña,
hay una dispuesta a curar tus heridas".
Detrás de esta filosofía, vida,
veo la equidad de la estadística,
pues en tal cincuenta por ciento
hallo la proporción exacta
de tus besos en mis besos.
Yo soy de ese tipo de personas.
Puedo sanar tanto como herir,
a veces sin propósito premeditado.
Al igual que tú haces, el silencio,
la mirada lánguida y el guiño,
pueden ser los instrumentos
para hacer de la crítica
para hacer de la opinión
para hacer de la sentencia
el escalpelo empuñado,
el bisturí con que diseccionar,
por virtud del filo de la lógica,
el tumor lacerante de alma y cuerpo.
Vamos, deja que te acomode
en el lecho de argumentos.
De ese cáncer que ha hecho
metástasis entre tu boca
y mi vida loca
debo hacer puntual, cuidadosa biopsia.
Toma mi pluma,
húndela inmisericorde
en las entrañas del anhelo
corta
corta
corta
hasta que se corra
de mi estilo
la alabastrina tinta
lánguida
cálida
tímida
sobre tus labios
matriz oculta de palabras
que te identifica
razón mirífica.
Es momento que mi lengua te penetre.
Aunque nos duela.
Amémonos.
Hirámonos
Matémonos.
Sean las caricias
anestesia
ungüento.
Sanémonos.
Al fin que siendo tú y yo
uno del otro facultativo,
hacemos entregados la prognosis:
amor en reservado.
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