15 de agosto de 2012
¡Se acabó!
¡Se acabó lo que se daba!
Llegué al punto
cuando la insolvencia
agota todo recurso.
No hay palabra que valga,
no hay signo a modo
ni cual moneda de cambio.
Te debo ya tanto...
Tantos besos,
tantas caricias,
tanta paciencia.
La necedad de mi sueño
lo ha anegado
y hoy mis devaneos
ya no son sino
vulgar insolencia.
Insolvente, mi cuerpo,
con todo y su deseo,
listo está para que ejerzas
sobre mí el embargo.
¡Cóbrate de una vez
por ti y por todas!
¡Desnúdame y coge
de lo que queda lo tuyo!
Mira, el descrédito está hecho
y no tengo por más garantía
que la vergüenza
de no poder decirte mía.
¡Oh, dolor: este despecho!
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