Se ve que eres una mujer de retos.
Así pues, te reto...
Te reto a adentrarte en mí,
a hacerte de mi cuerpo tanto como de mi alma,
a conquistar mis silencios
para poblarlos con tus sueños.
¡Anda! Te reto a adentrarte en mí,
a ser motivo del cotidiano recuerdo,
a ser momento del momento,
a enamorarme con tus miradas
y quitarme del miedo y los fantasmas.
Te reto a ser mi sombra.
A que camines mis pasos.
A que traces la senda que sigan mis deseos.
Te reto a besar mucho más que mis labios.
A que hundas en tu boca
esta lengua que hacia tus entrañas se prolonga
y dejes que siembre en tu acaso
este ocaso de mi vida loca.
Te reto a fundirnos y ser uno.
A que hagamos simbiosis en la cama.
A que abras a mis ansias tus ansias
y a que con caricias enciendas la tinta combustible.
A que te atrevas a rayonar con mi blancura
la piel de mundo que cubre tu hermosura.
Te reto a saciarte con mi carne.
A dejar de ser espirituosa,
y en cambio ser embriagante
licor que pueda yo libar desde tu rosada copa.
Te reto a tomarme sin dejarme.
A ser, en fin, ocasión, instante,
montañoso paisaje, duna, oásis,
eternidad, puta, mía, amante.
A ser ese verdor en la mirada
por la que yo me venza,
la razón que me convenza
de vivir en el morir de acariciarte.
Te reto, a ser mi palabra,
y te reto a, en una palabra, amarme.
Así pues, te reto...
Te reto a adentrarte en mí,
a hacerte de mi cuerpo tanto como de mi alma,
a conquistar mis silencios
para poblarlos con tus sueños.
¡Anda! Te reto a adentrarte en mí,
a ser motivo del cotidiano recuerdo,
a ser momento del momento,
a enamorarme con tus miradas
y quitarme del miedo y los fantasmas.
Te reto a ser mi sombra.
A que camines mis pasos.
A que traces la senda que sigan mis deseos.
Te reto a besar mucho más que mis labios.
A que hundas en tu boca
esta lengua que hacia tus entrañas se prolonga
y dejes que siembre en tu acaso
este ocaso de mi vida loca.
Te reto a fundirnos y ser uno.
A que hagamos simbiosis en la cama.
A que abras a mis ansias tus ansias
y a que con caricias enciendas la tinta combustible.
A que te atrevas a rayonar con mi blancura
la piel de mundo que cubre tu hermosura.
Te reto a saciarte con mi carne.
A dejar de ser espirituosa,
y en cambio ser embriagante
licor que pueda yo libar desde tu rosada copa.
Te reto a tomarme sin dejarme.
A ser, en fin, ocasión, instante,
montañoso paisaje, duna, oásis,
eternidad, puta, mía, amante.
A ser ese verdor en la mirada
por la que yo me venza,
la razón que me convenza
de vivir en el morir de acariciarte.
Te reto, a ser mi palabra,
y te reto a, en una palabra, amarme.
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