6 de abril de 2015
Estas líneas que ahora veshanse trenzado en el huso y la rueca,
bajo la mirada vigilante de las palabras parcas,
las que siendo unas soeces, otras calladas,
van guiando los versos por entre las puntas aguzadas
de la tijera del tiempo para hacer de la hebra de ideas
el hilo capaz de atarme a tus alas
y hacerme piedra en tu entraña ay mi Meca.
Escribo como quien no escribe.
Hablo como quien enmudece en competencia con el eco.
Olfateo y gusto y escucho y palpo el viento
como el acechante idólatra que busca la mies
en el más abigarrado y fantasioso cuento.
Sigo la esencia de tus labios
con ansia furiosa de adentrarme en tu conciencia
y así y de este modo me vuelvo verso
inconcluso tema extraído del hastío del aun no converso.
Estas líneas ya van y vienen
sin final y sin comienzo, mareas del amar,
pretendiendo elevarse a las alturas, muriendo,
en el afán de alcanzar
de tus ojos verdes la gloria,
dispuestos a dejar
de ser madeja
para,
hilada,
siendo tejida memoria,
cubrir con su trama cada cauda
y corporal rincón de tu alborada,
tras amarte sin misericordia
y plasmarte exhausta en el lienzo
del lecho donde tu cadera verdeja
destila el embriagador néctar
con que el demonio Eros me incordia.
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