4 de julio de 2015
(A Julieta Quiñones Castaños, escritora.)
Julieta Quiñones Castaños Foto: Página de Facebook de la escritora |
lo confieso, nomás
porque me gusta y mucho lo y la que veo.
Porque ya quisiera yo, en tanto escritor,
tener el duende que asoma a tu mirada,
tener posibilidad de abrevar
en la mullida ribera de tu boca
o atreverme a ascender las montañas
tras las que se oculta el palpitar,
la letra que fluye,
las líneas de tus formas y tus obras.
Confieso también y no es vergüenza
que me eres novedad literaria,
que me eres verde y bella inquietud
en la que mi piel quisiere abrasarse
sin remedio,
y hacerse uno
con tu volumen abrazado contra el pecho.
En estas redes sociales el encuentro
tiene más tinte de desencuentro que otra cosa.
En ellas el verso libre se encadena
y la prosa prendida se libera
en anárquicos enunciados,
oraciones que como estos versos quizá
entre tus dedos se cuelan.
Entiendo que has escrito algo
sobre el juego de la vida.
Mientras por mi parte hube escrito
un abigarrado juguete literario,
un laberinto bestial
semillero de indicios fragmentados
que duerme apenas cobijado
por el silencio de las virtuales estanterías.
Ah, si por lo menos entre tus manos me estuviera…
Entonces de ser letra muerta dejaría
para convertirme en voz de tu conciencia.
Ya quisiera yo ser, como tú, magneto;
con esa atracción tuya indiscutible
a la que ni el más sensato escapa.
Pero más me vale tomarte
y hacer de tu caso ejemplo.
Si tú y tus afanes no son un sueño,
entonces puedo ya imaginarme
de mis ilusiones dueño.
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