Ahora sí que la linda chamaca "yutubera" YosStoP me hizo el día con el video que comparto y me retrotrajo a mis inocentes 10 años cuando, en la escala por Nueva York en viaje para ver a mi hermana mayor que estudiaba en Londres, caminando por la calle descubrí en un puesto de periódicos las “revistas prohibidas” con viejas encueradas. Nunca las había visto y llamaron mi atención. Empecé a decirle a mi madre: “mira, Ma, viejas encueradas”. La reacción de mi madre adorada fue de apresurar el paso y como me llevaba de la mano pues me jaló como grúa del DF con ganas de sacar su “moche” de Sor Juana, mientras yo no dejaba de voltear el rostro. Antes no sufrí tortícolis. “¡Yo quiero ver las viejas encueradas!”, le dije llevado por la curiosidad.
Varias de las fotos quedaron realmente bien, por lo menos gráficamente decentes, aceptables incluso en el sentido de que su contenido lo preví provocativo; y esto a pesar de la calidad de la cámara del celular, que no es nada despreciable pero nada que ver con una cámara más profesional. Me dieron material tanto para escribir como para trabajar la plasticidad mediante un buen editor de fotos; así como hice con aquella musa de infausta memoria, entonces sí, lo reconocí en su momento, cometiendo de mi parte errores garrafales que afectaron la relación pero que, también lo digo y reconozco, no me arrepiento porque de otro modo no habría conseguido los frutos que logré en el alma y en las letras y todo Por Causa de un Amar Tal.
Por lo tanto, a esperar el permiso; mientras, a darle gusto a la edición, retoque y literatura alrededor de esta experiencia tan fantástica y que me dejó mucho aprendizaje, tanto por el conocimiento de las personas, como por el desarrollo mismo de la sesión que fue de “menos” a “más” yendo, de retratos eróticos en la azotea al lado del viejo boiler “Vulcano” con una modelo ataviada con prendas de los sesentas y un vestido rojo fuego, al desprendimiento de no nada más la ropa, sino de la vergüenza y los prejuicios para dejar al desnudo, además del cuerpo entrando por el ojo, la apreciación total de los elementos estéticos que hacen lo humano y lo mundano, lo divino y lo demoniaco.
Años después, charlando con ella, tratamos de dilucidar qué me había llamado la atención. Y la conclusión a la que llegamos fue que, no importando la edad, el cuerpo femenino, por la elemental relación que tenemos los varones con él desde la etapa de mamones, nos resulta un atractivo imán, objeto de nutrición, protector, cerca del cual queremos estar como sea pero al que luego, con las experiencias y concepciones aprendidas lo vemos como algo prohibido, tabú solo asociado con la función reproductiva y con la producción de placer, pero también como medio por el cual justificar el afecto y alcanzar el amor en tanto entrega.
Al niño del video que comenta la hermosa ojiazul, así como yo con unos años más en mi momento, me atrevo a decir que no nos pasaba por la cabeza (tablets o revistas de por medio) el morbo que, ese sí, con el crecimiento, acaban por instalar en la testa del infante los prejuicios moralinos de la persona adulta generalmente llevada más por el temor que por el amor o la admiración.
¿Negarle al pequeño ver “viejas encueradas” incidirá en que de mayor sea menos lúbrico que cualquiera o, a contrapelo de lo que cree la madre, reforzará justo lo contrario que se quiere evitar?
Así como con la violencia, lo relacionado al sexo ha sido estudiado una y otra vez sin llegar a conclusiones determinantes sobre la influencia que Tanathos y Eros tienen sobre el individuo en su formación primaria. Estudios van y vienen y, según la óptica aplicada y la metodología, acaban más por confundir que por dilucidar los impulsos que llevan a una persona a cometer actos considerados inmorales.
Seguimos confundiendo moralidad con ética, seguimos anclados en una cultura generadora de culpas frente a lo natural y por ello propiciatoria de conductas rebeldes frente a lo prohibido por quienes detentan algún tipo de autoridad y ascendencia sobre los chiquillos: profesores, jueces, padres, sacerdotes…
Con todo y las modernas formas de educación, las nuevas tecnologías, el liberalismo y la defensa de los derechos a ultranza, la verdad es que los seres humanos seguimos aferrados al miedo.
Yo mismo, metido en la tarea íntima que supone este apunte alrededor del deseo confieso, reconozco que, dada mi peculiar biografía y a pesar de muchas de las cosas que escribo alrededor del tema he pasado la mayor parte de mi vida temeroso del cuerpo desnudo de la mujer; ¡y tanto que me encanta!
Días atrás, contaba yo en Facebook, “finalmente” pude realizar un sueño y que espero se repita muchas y muchas veces más. Todo dependerá también de quién se preste para ello.
Por iniciativa e intermediación del amigo, diseñador y fotógrafo Carlos Alberto Flores especializado en fotografía de desnudos y erótica, él y otro amigo suyo, "Ceci", escritor y también fotógrafo además de definirse como transgénero, organizaron una sesión fotográfica en mi casa, así, en las condiciones en que se encuentra; condiciones que le dan carácter.
Llegaron dentro del tiempo estimado (una manera de decir puntualmente impuntuales), por la mañana, acompañados de un par de jóvenes modelos de, calculo, no más de 25 años. Sólo una de ellas posaría. La otra, qué pena, igual que el amigo fotógrafo, hubo de padecer su alergia a mis gatos.
Yo actualmente no tengo cámaras, así que mi papel fue más de anfitrión, de voyerista, aunque al calor de la sesión mi ojo clínico encontró momentos, escenas que no podía dejar escapar, así que smartphone en mano di rienda suelta al gusto que siempre he tenido por la fotografía, y sobre todo en el afán de sacarme la espinita de hacer este tipo de imágenes seductoras, pues tengo planeado editar un par de poemarios ilustrados de tal modo (incluso no he descartado la idea de hacer porno, aunque ya no es negocio, dicen).
He hecho fotografías de muchos tipos, paisajes, retratos, publicitaria, etcétera, pero nunca desnudos y menos eróticos.
Haberme quitado lo casto a tan tardía edad como los 46 años abona a la peculiaridad de lo que hablo. ¡Estar con una mujer desnuda! ¡Qué fascinante! ¡Qué temerario! Independientemente de la meta por la cual se esté planteando semejante atrevimiento. De ahí, en parte, que sea un seductor atolondrado.
Una ocasión, no hace mucho, lo intenté con una amiga éscort a quien conocí a causa de la novela que sigue en el cajón y tras la que además surgió una idea de servicio terapéutico (no sean mal pensados, no puedo detallar el servicio, porque lo quemaría, nada más; quién sabe si lo hagamos que no es mala idea). Fue esa vez mi debut y casi despedida como fotógrafo de desnudos, aunque ya era la sexta ocasión con una mujer desnuda entre las manos.
Ninguno quedamos a gusto con el resultado (la verdad, esto de retratar desnudos no es tan fácil como parece, “la calor” tarde o temprano gana y ¡vaya que dan ganas de penetrar la conciencia de la modelo con algo más que solo la lente), pero dispuestos a hacer uno o más intentos (ojalá se anime de nuevo ahora que ya se "retiró"). Entonces contaba con una camarita digital Canon, nada despreciable, pero que acabó en el empeño no hace mucho como otras cosas, ay tristeza. Mis cámaras viejitas, mecánicas, ya ni pensar en usarlas. Duermen en el clóset el sueño de los justos (SUSPIRO) al igual que mis otros instrumentos para revelar, ampliar y todo lo que fuera mi taller de foto.
Volviendo al tema... Quisiera compartir con ustedes algunos de esos nuevos resultados obtenidos tras esta nueva sesión hecha más en forma y profesionalmente, sin perder el toque amateur. Pero ocurre que no cuento con el permiso de la modelo para ello y yo, como Bora, respeto. Y eso que cuento en mi haber con unas imágenes que no comprometerían su identidad. En fin... Ahora, si ella —ojalá fuera YossTop o Daniela Bos o Mujer Luna Bella, que tanto me gustan entre otras, aunque me tilden de “verde”— me da su venia, pues ya se los informaré.
Daniela Bos al desnudo. Foto: Playboy |
Por lo tanto, a esperar el permiso; mientras, a darle gusto a la edición, retoque y literatura alrededor de esta experiencia tan fantástica y que me dejó mucho aprendizaje, tanto por el conocimiento de las personas, como por el desarrollo mismo de la sesión que fue de “menos” a “más” yendo, de retratos eróticos en la azotea al lado del viejo boiler “Vulcano” con una modelo ataviada con prendas de los sesentas y un vestido rojo fuego, al desprendimiento de no nada más la ropa, sino de la vergüenza y los prejuicios para dejar al desnudo, además del cuerpo entrando por el ojo, la apreciación total de los elementos estéticos que hacen lo humano y lo mundano, lo divino y lo demoniaco.
Seguro no faltará quien eche a volar su imaginación... Yo también, lo confieso, entre el desempeño profesional, estético de fotografiar y desde solo mirando construir en la cabeza los versos, fue enladrillándose también la fantasía tan llevada y traída del artista perdiéndose entre los brazos y las piernas y los calores y las ansias y los desdenes y los aromas de alguna modelo posando en cuestión. ¿Alguna candidata dispuesta por puro amor al arte?
Imagino que si Mujer Luna Bella (ay qué recuerdos íntimos), muy “cuatita” de Debryan Show (hermano de Yosstop) viera ese video, exclamaría “¡tráiganmelo” y, mostrando generosamente su busto “¡Chichis pa’la banda!”, en el afán de mostrar al chamaco inocente una de las bellas y suculentas razones de su existir.
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