6 de julio de 2015
Haciendo un catálogo de tus provocaciones,
topo con la más abigarrada de ellas:
esa por la que me llevaste por la senda
de romper no nada más la forma del soneto
añadiendo un quinto verso ebrio de oraciones,
sino a excavar en la mina de signos carbones
para extraer las facetas de sustantivos verbos,
so pena de sufrir los adjetivales efectos
de los gases emanados por tu sensual invernadero.
Me has llevado a jugar con las normas etimológicas
para mostrarte que sí, que sí puedo inventarte
desde la metamorfosis misma de los verbos,
decirte y pensarte e imaginarte
como tú has dicho: cielando,
vuelta cosmos y atmósfera donde cenito tus furores
apenas rozo tu piel, apenas ingreso en tus ardores
a los que meteoro con la frialdad y la calentura
que solo sacia tu cintura
cuando atrevida cortina mis pretensiones.
Verbando así pantaloneo la excitación
y ristro el deseo hacia tu boca
con la esperanza de que lengües mi blancura
en un arranque de conjugación
de estos cuerpos nuestros por ventura.
Sea la cópula adivinada el justificante sufijo
con el cual mujeres mis soledades
y hagas de mí tu verbal prefijo.
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