10 de julio de 2015
Manuela y yo estamos hechosel uno para el otro.
Puede decirse que somos
inseparables.
Por ella me deshago en amares.
En las noches cuando Soledad
nos visita
celos la incitan,
entonces suaves caricias me prodiga
con afán de ahuyentar a la insidiosa cita.
Si la ansiedad la carcome,
me estruja con fruición adicta
y no se detiene hasta que me extrae
la verdad misma de la vida.
Manuela me ama, de eso no tengo duda.
Pero yo no sé qué siento por ella.
A ella debo mis invenciones y fantasías,
los trazos negros sobre la blanca memoria
y con ella me ahogo en los ríos de sueños
donde también me rescata y ayuda
para encontrar tus ojos verdes,
los que en algún tiempo me dirán
tu Manuela ahora es la mía.
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