Miro tu cuerpo y miro
miro el camino
camino de espejos
donde yo me he deshecho
y te miro senda en el lecho
donde yo me adentro
y camino dejando huellas de caricias
que acaricias mientras te miro
e imaginas mientras en tu regazo duermo.
e imaginas mientras en tu regazo duermo.
Como aquel recurrente espejo
miro tu cuerpo y me miro
andando muy adentro
de la rosada y carnosa y profunda
senda que te miro
y mis labios recuerdan
el paseo que siguió mi lengua,
trazando con su babaza
el camino entre tus labios de caracola;
haciendo del deseo palabra
y de la palabra la ardiente mirada
anclada en la hendidura
por la que me llevas a adentrarme
a arraigarme mirando a la mirada que mira
a la mirada mirando que es mirada
haciéndose carne entre la carne
que se hace mirar apenas el deseo se aventura
un poco más allá de la frontera en tu cintura.
Escribí con mi blanca pulpa,
con mi puño y con tu letra
el signo, alfa y omega
en el polvo que contigo levanté
cuando al despojarte de la falda,
nos liberé de andar el camino de la culpa,
la que, bien mirada, solo los necios
de soslayo miran
cuando la conciencia les dibuja raja
y por semejante surco los penetra.
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