18 de abril de 2017
Ah, mi alción. Hoy te vestiste de viento
y me rodeaste con tu emplumada falda
y tu escote envolvió mi rostro
y en tu voz cargabas el eco,
el que pescaste, como a mí, al vuelo;
y musitaste en mi oído ser mía, alamar
enredado en mis pensamientos.
Fuiste fresco, suave soplo de un recuerdo
insistiendo en abrazarte a mi cuerpo;
insistiendo en abrasarme otra vez
cual ceniza arrancada del rescoldo;
insistiendo con tu tibia humedad
repartida por mi piel inquieta
con tus rachas de caricias.
En la brisa de mi espera
yo así acaso te pretendo,
como al viento que me eleva
con afán de alcanzar tu verde, verde cielo
de señora leticia retrechera.
Podrás en ocasiones ser vorágine,
felina tormenta que me arrastre en sus ansias
o me ahogue en su impaciente iracundia.
Pero, siempre serán tus besos,
incluso los que aún me has negado,
alisios para estas alas palabreras
con las que vuelo hasta tu vera,
sostenido por la ilusión de, algún día,
tenerte entre mis manos
como aire liberado de la jaula d’este poema.
0 comments:
Publicar un comentario