Foto: Pamela Sarmiento |
12-II-2017 a 19-IV-2017
Me hice libro para tenerme,
silencioso ruido, entre tus manos.
Me hice libro para eyacular
lo blanco de mí, pensamiento,
entre tus manos y así,
sobre tus torneadas formas
hacerme prodigiosa y fértil tinta
regada letra, refrescante idea,
en el surco trazado en el delta de tu vientre
cual afluente tributario de ficción
derivando lento
hacia tus labios yo, indecente.
Me hice libro de cuentos,
compendio de versos, antología de ensayos,
bestial laberinto de palabras
para hacerme de misión fantástica
con la cual llenarte toda en tus espacios,
ay, y tan lento, tan despacio…
luego de hacerme estanque de sueños
en el cuenco de tus manos
con que me bebes verso a verso.
Me hice libro de esquemas,
álbum fotográfico para hacerme,
a tu lado, tal recuerdo
de una navideña noche
cuando supe por tus ojos, de café granos
y con cuyo verdor me quemas,
que justo ha de ser entre tus manos
donde mis ideas bien podían volverme
de poeta a loco a hombre a burdo y cuerdo.
Me hice libro, diario.
Arcano confesor;
de tus secretos depositario,
para así hacerme de tu voz hoy aun distante;
para hacerme así de tus líneas voluptuosas;
para hacerme, aun con la retina, de tu talle…
Pero, acabé entre tus manos;
como la novela de mi vida vacía
Por ti hoy soy solo
solo palabras y no más,
vana poseía que se desborda por tu duro vientre,
ancho río que se atreve a inundar tu valle.
Soy así, ya, signo
impreso en tu superficie de terso pergamino;
en el libro del olvido,
símbolo consuetudinario;
pues, no me amas
(al menos no abiertamente lo declaras)
aun cuando nuestros corazones se unieron
con un lazo dizque a prueba de distancia.
Entonces, como para hallar remedio,
a mi nostalgia la torné tatuaje.
Me hice tatuaje,
marca, indeleble indicio,
para adentrarme en algo más
que la superficie de tu epidermis.
Así hoy me escribo a toda hora
mejor que si caricia
de un simple hombre que te adora
por tu candor propicio.
Solo así he conseguido
no separarme de tu ardor nunca,
y así, desde tus hombros,
arraigar las alas con las que elevarte
al clímax que, yo sé, ya vibra en tu cintura.
Tras hacerme libro, me desprendí,
palabra, gota de tinta,
y, cuando me creí libre,
en tu cadera me plasmaste;
con tu red de ansias, me atrapaste.
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