¡Cómo no voy a escribirles!

21 de diciembre de 1987
(Incluido en el poemario/espectáculo teatral Poesía Entre Cajas,
efectuado junto con Francesc Vidal I Lladó [q.p.d. 2004] en 1989
y leído durante la entrevista efectuada por Guadalupe Divina,
el 17 de enero de 2011)

¡Cómo no voy a escribirles!,
si en ellas va inscrita
la vida disfrazada de muerte.

¡Cómo no voy a escribirles!,
se de ellas penden
la esperanza en un destino
y la añoranza de un cariño;
incierto uno y otro
pasajero otro y uno
conocido
recordado.

¡Cómo no voy a escribirles!,
cuando ahora encrispadas
mañana inertes
revelan ya crueldad,
ya coraje, ya tristeza.
¡Cómo no voy a escribirles!
¡A mis manos!
Dos manos
ajadas
por una evolución homínida
nada altruista.

Dos manos:
                     una derecha constructora
                     de sueños como hilos
                     que entretejen utopías;
                     mía izquierda constructora
                     de realidades, de fantasías.

Dos manos
                   que destruyen
                                           y construyen
                                                                  y destruyen
                                                                                       y...

¡Cómo no voy a escribir
a mis manos,
ese conglomerado de dedos
y augurios!

Mis manos...


Mis manos
con sus poros, con sus vellos,
son dulces, son saladas;
lo mismo exprimen naranjas
que parten corazones.

Mis manos
escudriñan desnucedes
hablan cuando tú enmudeces
y, a veces,
ruidosas,
divertidas,
cascan nueves y castañas,
oran, suplican,
callan soeces.

Sí, mis manos hacen versos;
dejan escapar rimas
advertidas
repetidas
fáciles
etéreas melodías
sutiles,
insultantes,
políticas,
anárquicas,
y, a veces,
solas,
se atragantan
con ideas, mamotretos
y con fines y confines.

¡Cómo no voy a escribirles!
Podré ahogarlas en el agua turbia de la indiferencia.
Podré hacer que se extenúen, clavando insomnios
o encendiendo ilusiones.
Podré expulgar cada duna de su piel,
exterminar buen número de bacterias;
podré incluso morder mis uñas
o encallecer con mis manos la tierra
y horadar la herramienta
que ellas mismas fabricaron
pero, ¡cómo no voy a escribirles!
¡a ellas, a mis manos!

Esas partes sabias
de un cuerpo ignorante
estulto incluso
que lo mismo duerme que obra.

¡Cómo no voy a escribirles!
De Falla jugó con ellas
a perseguir al viento
indiscreto.
Shankar rezó entre ragas
urdiendo tardes y mañanas
con sus manos sítaras
...
Quien lee y escucha
esto que escribo seguramente dirá:
"¡Bueno! ¡Qué se cree éste
que pasa del verso libre
a la rima buscada  a la prosa
libertina
desacompasada poesía!"
Yo aseguro: no soy yo
quien escribe.
Son mis manos
indecisas
enternecidas
temblorosas
transportadas.

¡Cómo no voy a escribirles!,
si mis manos empañan
y guían la tinta
que escupen mis reconditeces.

Alguien poeta dijo:
"rosas, rosas a mis dedos crecen".
Yo a mi vez digo:
voces cual manos en mis versos
florecen
impelidas por el deseo
de amar inmisericorde
un nombre
transcrito dulcemente
con el hálito del recuerdo.

¡Cómo no voy a escribirles!
a las autoras.
¡A mis manos!

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