11 de marzo de 2012
Llevo una verde luna
colgada
de mis dedos.
Llevo entre sus puntas
la esencia extraída
de tus labios.
Traigo sobre el alma
las letras
del nombre de una
Diana venatriz
de naturaleza etérea.
Habita en mi
conciencia
cual nocturna
fábula de meretriz
acariciada
en el mármol
de Citérea
por afán y sin agravios
de los dardos
de la ausencia.
Es mi Luna.
Es mi Mariana
contingencia
morada del deseo,
nocturna Sherezada
por la que mi vida
en el centro de su cuerpo
en cada encuentro bebo.
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