26 de junio de 2013
En el libro abierto de tus piernas
escribo mis sentimientos con fruición,
extraigo los ardores de mi lengua
y apalabro secretos con tu íntima boca.
Exhausto de tanto verbo,
acomodo cuidadosamente mi separador
entre tus sensuales páginas,
dejando para mejor ocasión
el capítulo de tus entrañas.
Vuelvo al preámbulo
y repaso y aumento la excitación.
Me resisto a saltar al final
aun cuando adivino el desenlace,
es uno en que la dama se aviene
con la causa de su amor.
Así es el oficio de lector,
semejante a la lúbrica caricia.
La introducción tiene carácter de albricia.
Mientras solo y triste el colofón
es en el lecho del recuerdo
fechada seña de nuestra impresión.
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