TANTO




13 de junio de 2013

Últimamente me corroe la culpa.
La culpa de hacer tanto como de no hacer tanto.
La culpa de tener tanto como de no tener tanto.
La culpa de haber sido tanto como la de no haber sido tanto.
La culpa de haber amado tanto como de no haber amado tanto y tanto.
La culpa de optar por dejar el verbo intacto,
sustantivo en su forma infinitiva sin haberme atrevido
a asomarme a la posibilidad incierta,
encerrada en esa rara manera de conjugarse la vida
bajo la superficie de una existencia subjuntiva.

Pronominalmente me hube sido voz,
alguna vez o tantas,
locución lanzada a las ondas,
habla histriónica, volátil,
süave estruendo en el viento;
y también quizá la sentencia académica,
esa augusta, severa, aleccionadora de la soberbia,
contumaz ignorancia de tanto y tanto.
Me hube sido vocación de letras,
tanto,
profesión de victorias y fracasos.

¡Terrible!, saberme culpable de ninguna culpa,
al menos de ni una a mis ojos evidente y comprobable.

Al cabo de los años, mirando como el poeta
el camino trazado al andar tanto y tanto,
los senderos paralelos tanto y tan deseados,
veo las huellas de la duda e indicios tantos
de haber pecado tanto y cuanto hubiera querido
y sin embargo nunca quise por ceder tanto
al fundamental enemigo: el miedo a tanto.

Es la fecha cuando no he amado
más senos que los primordiales;
cuando no he tocado
otros labios que los conseguidos por tanto dinero
como tan poco hubo sido su venero;
cuando tanto, por escasez,
he debido mirar gerundio pasando por mi lado
sin decir tantito un hola ni un adiós,
ni tantito gratificante participio a Dios.
Saludo, en cambio, lo poco y tanto que recogen hoy mis manos,
sabiéndome mendigo de cariño
conformado con la miga de ternura
desprendida del mendrugo mínimo de un guiño.
Me seduce de mi musa su atlética cintura tanto,
como tanto su divina displicencia
me reduce a ocurrente, brizna de presencia,
en el verdor de su mirada.

Confieso:
Esta culpa me domina:
Quisiera estar dentro de ti y nunca haber nacido.
Quisiera estar dentro de esa ella y renacer un día.
Quisiera deslizarme por la piel de la que tanto anhelo
y dar al silencio oportunidad, poesía
de confesar
a la mirada tanto…
Pero hoy ya es mañana, mi desvelo.
Futuro perfecto para tanto
de lo que hubiere escrito;
para tanto de lo que de ti, mi alma,
tanto habrá mi yo discernido tanto.

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