10 de junio de 2013
He decidido dejarte en paz,
no tanto porque tú lo hayas pedido
ni porque yo a ti haya renunciado,
simplemente ya no puedo más.
El cansancio de amarte me ha rendido
como no imaginé nunca y tú estás,
sin embargo, tan fresca, ¡quieres más!;
y yo quiero por tus besos sentirme renovado.
Entre tus brazos y tus piernas me aprisionas.
Tus miradas son tizones que enardecen.
Con cada embestida mía te abandonas.
Mis manos, ¡oh!, solo a tu piel obedecen
Tu carne con mi carne eslabonas
y una y otra vez nuestras almas así verdecen.
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