1 de febrero de 2015
Soy palabra que se entierra,
verbo que se adentra,
signo que se enraíza
entre tus labios,
en la suave profundidad de tus entrañas
cuando no envuelto por la húmeda tersura
de tu inquieta y procaz lengua incendiaria.
En tu boca me hago largo enunciado,
firme promesa, tenaz aguja
en la que tus afanes ay ensartas
para coser a tu carne los silencios,
las gimientes auroras,
los verdes luceros asomando a tu mirada.
Así, estando yo pluma en ristre,
tu ingenio de cualquier forma me vence,
me aprisiona ya entre tus bazas,
ya sembrando un grito de placer ahogado
en tu garganta.
El tiempo fricciona con suavidad de terciopelo,
se hace caricia constante
hasta el momento mismo cuando no resisto
y me convierto en tinta
y escribo en tu rostro
línea por línea, gota por gota,
la breve y ansiosa historia del reciente instante.
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