27 de abril de 2015
imposible.
Muero, piensan,
porque no puedo vivir
adentro de ti
ni como posible ni
siendo tan siquiera
ligera ilusión entre los pesados sueños
humedecidos por cada región
de tu atlético cuerpo
a fuerza de
esculpido deseo.
Soy, por desventura,
todo menos la barra firme y deslizante
entre tus dedos,
ni el disco olímpico acomodado en tu cadera
que sube y baja
para deleite de unos labios
gozosos de abrirse y cerrarse
y hablar con la rara lengua del viento
transformado en caricia que hace senda
entre las dunas de tu dura ladera;
nada parecido a la cinta
con que, medida a medida,
mi lúbrica mirada se ciñe a tu cintura.
Voy quedando en una rima absorbida
en los bajos comienzos de los versos,
y abrasado por el ardor de tu musculatura
derretido muero
con muerte mística y aspirante
a ser de ti
mancuerna vencedora de la resistencia eterna
con que en tus ojos ausentes se escribe
esta ansia desesperante
que me ejercita en el afán de quererte
para hacerte más que mi mujer
oh musa atleta, sino mi amante:
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