Barco viejo

30 de abril de 2015
En esa vieja embarcación navego,
en callado,
sin ancla ni cadenas.

Mi casa es ese barco viejo,
el que ves ahí encallado,
aparentemente silencioso,
con su carcomido cuerpo
suma ya de cientos de organismos
que hacen simbiosis de recuerdos.

En esa vieja embarcación navego
sin ancla ni cadenas,
aun sin rumbo o puerto.

Entre sus paredes yo quisiera
ser morena reptante
y acechar en sus sueños
a mi amante, atarla
con los sargazos del deseo.

En esa vieja embarcación navego
sin ancla ni cadenas,
siendo largo enunciado
aun sin rumbo o puerto,
sin capitana ni grumete abordo,
ni vigía ni polizonte siquiera.

Dejándome llevar por tu cuerpo de marea,
guiado por el compás de tus piernas,
calculando tu inclinación con tu mirada sextante,
siendo denso banco de besos,
acaso ay luna ardiente tomaría
la red y en medio de tu celo
mi depredadora lengua
su arpón de palabras clavaría
y con su paralizante espina
cargada de tóxica poesía
haría de ti mi raya, mi martillo,
mi prodigiosa sirena,
mi entra y mi salida.

El viento hace de mi casa
crujiente, avejentado madero
en el que al alma bamboleo
y voy y vengo, sombra
que riela noche y día.

En esa vieja embarcación navego
sin anclas ni cadenas,
siendo a tus ojos verdes y distantes
inalcanzable horizonte
negado amar y tiempo,
el que murmura en tu caracola rosa
la historia de una vida amorosa
que cierta vez quedó en tu piel de fina arena
huella escrita y tras un amar borrada.

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