15 de abril de 2015
Mi mirada es esa sombrade arboleda que se extiende a tus pies;
es esa luz solar
filtrada entre la enramada a tus pies;
deseo proyectado sobre la tierra y la mar;
anhelo reptante, enamorado de tus pies;
piedra hundida en la huella dejada por tu paso;
insistente recuerdo de una soledad
empeñada en abrasarse
al calor de tu piel de mies,
clara, tersa, suave y ardiente verdad.
Mi mirada se disfraza en tu presencia
y se hace aire y música y afán.
Llena, estando tú, el ambiente
del citadino cafetal
donde cierta tarde y aún ahora
mis sueños de adherirme a tu prestancia
abonaron a la oportunidad.
Eres musa figurada, de mi poesía:
umbral. Por ti me voy volviendo sombra
de fascinada locura
a la sombra de tu cintura
razón aspirante;
y acaso las nubes de este día
se propongan fundirnos
en una y la misma
umbra amante,
la tendida en el lecho siéndonos, vida mía,
húmeda causa de primaveral circunstancia.
Estas canas mías ensombrecen mis ansias.
¿Tal vez tus ideas castañas
puedan ser, Diana, diosa mía,
los agudos lunares dardos
por los que quede preso
entre tus cazadoras manos?
Del carcaj donde almacenas tus colores diseñados
toma la precisa flecha
y dibújame de ti
algo más que admirador poeta:
enamorado de las noches,
pensamiento en tus ojos guardados
para dar verdor a mis mañanas.
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