13 de abril de 2014
A Günter Grass y Eduardo Galeano (post mortem)
Redoble de tamborratán ratatán hojalata de la historia,
avanzando a paso de cangrejo,
de ladito, de ladito,
entre trazos y formas
desde Danzig hasta Montevideo;
así la muerte se hermana con la vida,
pintando la metáfora de la existencia,
haciéndola esa cosa que el hombre usa y tira,
desecho de guerras y paces y memorias,
reciclaje de recuerdos
grabados en las lápidas del vigésimo siglo.
En la marcha y la canción de nosotros
nos entendemos
nos miramos
nos imaginamos jóvenes dioses
y por nuestra palabra extraída desde el fondo
de la conciencia la piedra arde,
dictando en sus carbones
la contraseña de nuestros literarios corazones.
Günter, suave lapidario.
Galeano, galeno de espíritus inconformes.
De entre estas líneas sus respiros
apenas si se escuchan.
¿Quién leerá post mortem lo olvidado día con día?
Malos presagios seguro se avecinan,
cuando las ausencias se multiplican
como rimas absurdas que en la cacofonía
se hacen ripios indecentes que a la poesía,
más que enduzarla, la complican
del modo horroroso como aseveran los testigos,
los que vieron irse a las almas perdidas
bajo las dictaduras de los hombres
obtusos, más dispuestos a la vejación
que a cosechar los dorados trigos.
Los cabos se tocan... algún día,
en alguna senda y por virtud
de un poema escrito
sin ninguna algarabía.
Yo tampoco consigo dormir
y no es por causa de una mujer atravesada entre los párpados,
ni siquiera por una atravesada en la garganta.
Así es mi soledad a veces de egoísta.
No consigo dormir
porque el silencio se ha ayuntado con el miedo
y ya nada más les falta privatizar la ironía,
para dictar la prohibición del hambre y la sed,
para asegurar el mendrugo y el agua bendita
en estos pueblos nuestros
habitantes de un viejo porche
a cuya espalda se desmorona una casa ya vacía
de caricias y miradas.
No consigo dormir
porque sobre mis sueños veletas no vuelan gallinas de viento,
porque muchas cosas flotan en las calles
y parecen sombras de hombres y mujeres e infantes
y ancianos inundando las noches
tras haberse desbordado ansiosos en los márgenes del día.
No consigo dormir
porque en el horizonte de un huevo está la utopía,
en ese ovo orbe donde vivimos y al cual hemos cubierto
con dibujos obscenos, garrapateando los nombres
así de los amores como de los enemigos
como rimas atrasadas en espera de sus momentos.
No consigo dormir
porque, como los verbos en la línea,
mi aliento erró el ojo de la aguja;
los corredores por donde anda mi voz
desembocan en fosos de lamentos
al cobijo de las letras bajo las que me estoy incubando.
Y estas letras son esas cosa chiquitas
que no acaban con la pobreza,
pero quizá desencadenan la alegría de traducirse en acto
en ese lugar donde se encuentran y se reconocen y se abrazan
y hacen cuento largo, con entereza,
los amantes enfangados en el lecho de la circunstancia
Ese lugar es mañana.
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* Para consultar las referencias aludidas en este poema, el lector puede consultar, rememorar o conocer parte de la obra literaria de los autores a quienes dedico este poema en las siguientes ligas, sin ser, claro está, las únicas opciones que hoy pueden encontrarse en línea:
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