29 de septiembre de 2016
Yo solo tengo ojos para ti,
mi mejor partido,
y no soy, aun cuando tanto me les parezca,
como esos más que optan por dirimir
frente al televisor otro, pero de futbol,
que a su emoción pudiera haber prendido.
Aunque bien sé que yo a tus ojos
no paso de ser mejor que uno de bádminton:
gallito que, con su esperanza, vuela
de aquí para allá, de allá para acá,
atenido al revés de tu respuesta,
hoy por tu verde amor atlético muero
y siendo para ti, palabra, mejor partido.
Ay partido mejor fuera
por el filo de tus labios.
Estando lejos de tus humedades
soy desierto, solo
sal de soledades
besos agrietados,
boca que la ausencia ha partido.
No quiero imaginarte sombra,
otra más; silencio insistente,
nota de un bemol ay sostenido
que de mi puerto ha pretendido
hacerse costa a lontananza.
Quiero imaginarte,
tu corazón al mío asido,
en el nombre que te nombra
y en cada sílaba ansiosa
en que yo, poeta atrevido,
osé mi amor por ti haber partido
para esconder entre resquicios
de paciencia y de templanza
este furor que, aun así, en la distancia
y tras el tiempo transcurrido
insiste en presentarme para ti
en la promesa independiente,
sin otro más que tú cual mejor partido.
Tómame, ya. ¡Decídete! y dámelo todo
tu voto de confianza,
no sea que mañana te des cuenta
que me hice verbo
y, sin indiferencia de la muerte cruenta,
hubiere considerado mejor haber partido
playing chess with you, my Queen,
as if a teen Death had touched my chest.
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