1 de octubre de 2016
Aquí hay un gato…
¡Y ahí, otro!
Uno más allá…
Son deseos escondidos
que por las noches salen a retozar.
Ese está oculto
ora bajo el lecho,
ora entre las sábanas,
ora entre las memorias en el archivero.
Ese de allá acecha envuelto en su bufanda roja
ora entre el follaje de tus gélidos sueños,
ora tras la enramada de mis ardorosas ansias;
más parece gris invierno
que pardo amanecer asomando
ora al horizonte,
ora en el amor amando.
Aquel otro dormita como el resto,
ora con un ojo a este gato
ora con otro puesto en el garabato.
Uno es el príncipe valiente caballero
ora con sus garras afiladas y sus botas;
ora haciendo lances a la luna
para tenorio espanto
de las que se dicen de la poesía devotas,
ora en afán de recortarle una mirada
a la que llena de verdor mi vida
de tanto en tanto mientras tú,
con tu ominosa indiferencia, ay me acotas.
Otro es el príncipe hermoso,
de verde mirar
ora ilusionado,
ora anhelante;
es, en su dulzura,
ora poema de buen mozo que ora
—encomendando su amor a la puntual hora,
ora a la atlética y felina musa
para la que no ha conseguido
ni ser amante ni ser amado,
ora al nocturno silencio
donde mi soledad pantera,
ronroneando, por aquella solo espera—;
ora gris nube que me cubre con ternura.
El tercero acicala su melena;
es rey anaranjado que ora
mira displicente a la noche y sus estrellas
hasta que un alma vuela a su lado
y consigue distraerlo con sus alas,
trazando imaginarias y roedoras huellas escritas
ora sobre el papel del viento sigiloso,
ora en la arena misma del tiempo;
monarca que pace
ora tendido sobre el césped
bajo el oyamel del jardín de los recuerdos,
ora respirando suavemente
cual si rumorosos pensamientos lerdos.
Son tres gatos
tan tristes tan felices tan salvajes tan caseros.
Tres guardianas esfinges que mantienen a raya
ora a la Muerte,
ora a sus mensajeros
que me visitan a ratos.
Los tres saben que algún día será
ora cuando finalmente me vaya,
ora cuando mis versos sean algo más que zaya
por donde encauzo tu felina ausencia,
algún día, digo, será cuando deje esta existencia.
algún día, digo, será cuando deje esta existencia.
Fuera yo largo bigote,
cana al aire y bien peinada.
Sea la oración un juego y bien burlada,
ora cuando ore en medio del verbal atrevimiento,
ora cuando ore para dar fin
a tan literario irigote.
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