Playa Bocagrande, Cartagena, Colombia, fotografía por Pedro Szekely |
24 de febrero de 2017 - 20 de febrero de 2023
A partir de “Preludio en Re Bemol” de
En mi vida de poeta ha habido entre otras, un par de musas a partir de cuyos viajes mi vena no pudo más y desbordó en palabras. Ambas, en distintos momentos, viajaron a Cartagena, Colombia.
La primera, luego de su viaje detonó no solo mi primer poemario, sino un linchamiento mediático a causa de un conjunto de yerros y malas interpretaciones.
La segunda, años después, inspiró otras tantas, no pocas, y muy sentidas letras a modo de corolario explicativo de lo mucho que me provocó saberme, como la estatua del compositor que da pie al texto, frío, quieto en el rincón destinado al amigo, observado en la corta distancia, imposibilitado por la prudencia de la amistad a no acariciarla con mucho más que solo el sonido del viento transformado en verbo.
Para ambas, esta minimalista canción inspirada además por las notas impresionistas de un importante compositor colombiano. Cántese al compás de la melodía, y pruébese también mi talento de letrista, disculpándome acaso por mi lentitud distraída.
Pulsando acorde el bemol
volverás, ¡ay, sí!, vibrante mi amor,
hecha motivo y canción
con que te adentrarás en mí
corazón.
Juntos miremos al sol,
en Cartagena, mi amor,
Ahí mi alma hallarás
escrita en dulce son.
[CORO] Y un día te habrán de pintar
con el mar y un cielo bacán
pues los astros te habrán de mirar
cual gaviota libre al volar.
[PUENTE MUSICAL]
[CORO] Y un día te habrán de pintar
con el mar y un cielo bacán
pues los astros te habrán de mirar
cual gaviota libre al volar.
[PUENTE MUSICAL]
Acompasando el bemol
has vuelto, ¡ay, sí!, ven a mí, dulce amor
te has hecho motivo y canción
adentrándote hondo en mí
corazón.
Cantemos juntos al sol
de Cartagena, mi amor,
junto a ti mi alma hallará
tu amor en dulce son.
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